Arte al servicio de la infancia
El coruñés Pablo Menéndez participa en un programa de atención a 250 internos, un 10% de ellos con alguna discapacidad, en el orfanato más grande de Nepal.
Rubén Santamarta Fecha de publicación:27/12/2009
La historia arranca en Madrid, roza A Coruña, se decide en Londres y se desarrolla en Nepal. Vueltas de un globalizado siglo XXI que a Pablo Menéndez le ha permitido participar por primera vez en un programa de cooperación, no vinculado a ninguna oenegé y que lleva por título Arte al Servicio de la Sociedad.
Esta iniciativa solidaria surge de un grupo de investigación de la Facultad de Bellas Artes de la Complutense, a instancias de su director de escultura, José Luis Gutiérrez Muñoz. «Le conocí en un congreso en el Macuf de A Coruña, me habló de su equipo y me pareció admirable, así que, medio en broma, me ofrecí como colaborador». Unos meses después, a Pablo le llegó la invitación para participar en el proyecto de Arte en Bal Mandir, en su cuarta edición. «Esta vez se deseaba incluir en las tareas artísticas a los residentes del orfanato con alguna discapacidad de carácter severo, integrar en el proyecto a los jóvenes que en ediciones anteriores se habían quedado al margen».
Esa tarea no iba a ser nueva para Pablo, que desde hace seis años trabaja en un colegio de Londres como educador especial, tras llegar a la capital británica con una beca de creación artística. «La gente me dice: ''Que paciencia debes de tener para dar clase a discapacitados". Pero a mí me parece que hay que hacer mucha más gala de paciencia y tolerancia trabajando en un centro corriente, con lo faltos de motivación que pueden llegar a estar los adolescentes en los núcleos urbanos».
En verano se marchó a Nepal junto a un educador especial. En ese programa ha estado una buena temporada hasta su regreso reciente a Londres. La propuesta en la que participa Pablo va más allá de pintar un mural con los residentes del orfanato durante sus vacaciones. Por ejemplo, llevan a una doctora para formar a los trabajadores del orfanato en cuestiones de higiene y prevención de enfermedades. El grupo también va consiguiendo fondos para cubrir necesidades básicas de los niños, «sufragar sus estudios o apoyándolos económicamente cuando dejan el orfanato». El programa tiene continuidad, y la intención es formalizarlo a través de una oenegé, Dididai, homenaje a las mujeres que cuidan de esos internos.
Etiquetas: ONG, solidaridad