"Cualquiera tiene la inquietud de si va a poder pagar la hipoteca. Es un buen síntoma que se preocupen por no poder pagar los pisos. Empiezan a tener los problemas que tenemos todos"
Una fotografía aérea de Penamoa y un recorte en el que se anuncia una manifestación de los vecinos de Eirís para protestar contra los realojos de los chabolistas decoran una de las paredes de su despacho. La concejal de Servicios Sociales, Silvia Longueira, tiene Penamoa siempre presente y se refiere a los chabolistas como sus vecinos. La edil insiste en que el problema del chabolismo es de "difícil digestión" para los ciudadanos, pero se muestra convencida de que la mayoría de los habitantes del poblado conseguirá integrarse.
TANIA SUÁREZ
La concejal de Servicios Sociales, Silvia Longueira, abre la puerta de su despacho sonriente, vestida de modo informal, con vaqueros y zapatos deportivos, y no tiene reparo en sentarse sobre algunos de los muebles para que le tomen fotografías. La edil habla cómoda sobre Penamoa, el tema más visible de su concejalía, y sólo se molesta cuando recuerda las protestas vecinales por los realojos y por las listas de adjudicatarios de los pisos de Novo Mesoiro y Eirís. Longueira se refiere a los chabolistas como sus vecinos y confiesa que estuvo más de 25 veces en el poblado. -¿Cómo va el proceso de realojo de los chabolistas? -Está en el primer tercio. Es un problema pluridisciplinar que tiene que abordarse desde diferentes áreas y que tiene percepciones diferentes por diferentes colectivos. Para aquellos expertos en erradicación del chabolismo, vamos rápido; para los vecinos de O Ventorrillo, vamos no tan rápido; y para nuestros técnicos de servicios sociales, vamos muy rápido. De todo esto, la conclusión es que creo que es exitoso porque los ritmos van bien, las familias que se insertan tienen una acogida normal, en algunos casos excepcional. No ha habido nunca ningún problema ni con los ciudadanos que hemos reubicado ni con los ciudadanos que los recibían ni con el entorno. -¿Cómo afrontan el proceso?
-Es cierto que en Penamoa aparece como dispositivo mediático el piso, pero es un apéndice más del proceso. Hay familias en Penamoa que están dispuestísimas a salir, que podríamos tener ahora algún lugar y que consideramos que falta tiempo para que puedan irse de allí. Es un trabajo muy serio, que se hace con muchísima delicadeza y sabiendo que es de muy difícil digestión para el resto de la ciudadanía, pero que es necesario porque en el siglo XXI en una ciudad como A Coruña es una auténtica aberración que tengamos lugares de infravivienda. No podemos permitirlo. Es un tema que no tiene ninguna rentabilidad política para nadie, pero es un deber moral. Sabemos que a la mínima que cometamos un fallo se nos cae el sistema. Siempre lo digo, es carne humana y las sensibilidades de la carne humana son muy delicadas, tanto para los que van a ser objeto de nueva ubicación como para aquellos que tenemos que recibirlos. -¿Las obras de la tercera ronda provocaron que se acelerasen los realojos?
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