Y a esto le llaman Estado de bienestar
Ese es el muestrario de realidad social que se contiene en el último informe anual de Cáritas. Cuando hablo de centenares de miles de personas, no exagero: fueron 600.000 las que buscaron el auxilio de esa organización diocesana. Cuando digo que pasan hambre, no miento: acudieron básicamente a buscar comida. Y cuando escribo que esos datos estremecen, es porque hace 40 años que tantos ciudadanos no necesitan vivir de la caridad. Se puede agravar el panorama: quizá nunca llegaremos a saber la cantidad exacta de personas que malviven en la miseria y no se atreven a pedir ayuda. Y no vale distinguir unos casos de otros. Es terrible la imagen de parejas jóvenes con hijos, pero no es menos dramático el caso del hombre o la mujer de 50 años al que, por negar, le niegan la esperanza de encontrar empleo.
El diagnóstico es demasiado obvio: esa es la cara más doliente de la crisis económica. El comentario, demasiado elemental: es el primer indicio de una crisis social cuyo horizonte es imprevisible, porque la paz se mantiene mientras hay cobertura social; pero se quiebra en el momento en que esa cobertura empieza a ser insuficiente. Y ya lo es.