Un año lejos de Penamoa
E. Silveira
Muy pocos quieren dar su nombre. Y mucho menos salir en una foto. Eso supondría dar pasos atrás en el camino andado durante los últimos meses. De todas formas, algunos de los ex vecinos del poblado chabolista de Penamoa que ya han sido realojados en «pisos decentes» no tienen problema en relatar cómo es su vida ahora y en comentar si ha funcionado o no, al menos en su caso, el plan de integración puesto en marcha por el Ayuntamiento coruñés.
Una de esas familias realojadas es la de María José Conchado. Tiene 48 años, una pensión de 300 euros al mes y, de sus seis hijos, el más pequeño, de 15 años, sigue viviendo con ella. Los dos abandonaron Penamoa hace nueve meses y, aunque al principio notaron las reticencias de sus nuevos vecinos, se sienten plenamente integrados en el barrio de Palavea. «Es que mi hijo ya tiene amigos aquí, sale con ellos y ya no quiere saber nada de arriba. Ya no volvería por nada del mundo a Penamoa», explica María José.
Ella fue de las primeras en ser realojada porque, según explica, conocía perfectamente las normas de convivencia en una comunidad de vecinos. «Yo viví en un piso. Me crié en Caranza (Ferrol), por lo que no hacía falta que me enseñaran nada. Sabía que no se podía gritar a partir de las doce de la noche, ni poner la música alta o que había que cuidar los espacios comunes...». Nada que ver con lo que ocurría en Penamoa.
Etiquetas: integración
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