Y ahora ¿qué hago con mi padre?
De la asistencia a domicilio a las residencias cinco estrellas, chequeamos en dos jornadas cómo han solucionado siete familias gallegas el reto que ha supuesto la dependencia de sus mayores
Jorge Casanova
Es una pregunta incómoda y desasosegante. Muchas veces, más que eso. Es una urgencia que requiere atención inmediata y para la que el sistema no está muy bien preparado. A medida que Galicia envejece, el problema de la atención a los mayores se acrecienta. Y miles de familias gallegas se enfrentan a una situación compleja. El abuelo ha empezado a mostrar pequeñas lagunas de memoria o ha sufrido un accidente, una enfermedad que le resta autonomía y seguridad. ¿Qué hacer?
«Cuidarlo, por supuesto», responde el doctor Millán Calenti, gerontólogo de la Universidade da Coruña y director de la residencia A Milagrosa. «Lo normal es que ante esta situación muchas familias busquen algún recurso que, en un primer momento, podría ser la ayuda a domicilio. Pero es cierto que llega un momento en que el deterioro supone ya una carga muy elevada para la familia».
La siguiente estación en el proceso de atención al mayor suele ser el centro de día donde, con mayores o menores dotaciones, un equipo especializado se ocupa de atender al paciente durante la jornada, para que luego regrese a dormir a su casa. Cuando la exigencia de atención supera este recurso, apenas queda otra alternativa que el internamiento en una residencia o la atención permanente de un profesional o, la mayoría de las veces, un familiar.
«Es evidente que los recursos públicos no alcanzan para cubrir la demanda que se produce en Galicia -señala el director de una residencia privada-, pero la Administración debería fijar un justiprecio y concertar las plazas que necesite».
Etiquetas: dependencia, mayores
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